La lentitud con que las cosas se mueven a veces impresiona
al mundo, parece que el tiempo se hubiera detenido y cada grano del reloj de
arena flota en los espacios oscuros de las mentes retorcidas.
Una palabra entonces basta para mandar la muerte o vivir por
siempre, quien decide hacia dónde vamos o que hacemos acá, parecemos marionetas
de quien sabe quién o qué ???.
Una fuerza que domina el corazón que te hace perder la razón
y te arrastra hasta los límites de la cordura caracterizada por un supuesto
amor el cual a veces pienso que es inexistente, las cosas pasan y me limito a
ser parte de este ciclo de la vida, perdiéndome en los azules de mi mente loca
y atrevida que muchas veces no tiene el valor de arriesgarse a vivir un
escaparate.
Lo he ganado todo y no tengo nada porque muchas veces me
dejo vencer por lo que algún día fue parte de un espectáculo que vorazmente me hundió
en el abismo profundo del mar de mis miedos, perdí momentos que nunca volverán
y he inventado otros que no se si existieron.
Recuerdo fragmentos de mi vida que se clavan como agujas en
mi piel y otros que sanan el dolor de las heridas que yo misma me cause en la
desesperación de encontrarme a mí misma sin rumbo fijo hacia donde caminar y
pensando que el camino dorado me llevaría hacia el palacio esmeralda que nunca
he conocido.
Sin embargo no fue así parecía más el mundo de Alice que mi
propio mundo donde todas las cosas estaban al revés y el sombrero loco era un
amigo imaginario que me ayudaba a menguar el dolor de las estacas de madera
clavadas en mi corazón.
Me di cuenta que era posible robarle una lagrima al sol, un
sueño a la luna y volar en una estrella fugaz hasta el infinito, donde el cielo
se une con el mar y entonces se vuelven un todo. Eso es ser un todo de la nada
y permitirme beber los venenos agridulces, la vida es de miel, es de piel y de sentimientos
carentes de sentidos y de corazones reparados y otros partidos.